por Gilberto Suárez Baz
Nada más propicio a escasos diez días de las históricas elecciones del 4 de julio que una plática con una de las principales encuestólogas políticas de nuestro país, María de las Heras.
Históricas, en lo favorable, porque el día de fiesta de la democracia -la elección- convocará en esta ocasión a quince estados, de los cuales doce renovarán a su gobernador. Nunca antes en nuestro país se habrán elegido tantos ejecutivos locales como los que se someterán a escrutinio este domingo.
Pero históricas también, en lo desfavorable, por el trágico atentado que costó la vida al candidato a gobernador de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú el 28 de junio, tan sólo seis días antes de los comicios. “El narco ya votó”, puede leerse en la prensa del día siguiente.
Pues bien, el panorama que nos ofrece María de las Heras es muy favorecedor para el PRI, pues de acuerdo con sus pronósticos este partido ganará sin ningún problema en ocho estados: Chihuahua, Durango, Zacatecas, Aguascalientes, Hidalgo, Veracruz, Quintana Roo y Tamaulipas. En Sinaloa, asegura, el PRI no tiene un triunfo asegurado.
Oaxaca, nos explica, representa un caso aparte. La campaña se concentró en la acumulación de críticas en contra del gobernador actual, Ulises Ruiz. Se trata de un estado que aún no experimenta la alternancia partidista y, recuperando la frase de Cosío Villegas, el estilo personal de gobernar de Ruiz podría ubicarse en una etapa premoderna de nuestro desarrollo político. Se trata de una entidad en que sólo 152 de los 570 municipios se rigen por el sistema de partidos políticos, con una muy fuerte tradición de representación fundada en usos y costumbres de los grupos y etnias locales. Aquí, con un candidato que no levante fuertes aspavientos y mantenga un relativo bajo perfil, el PRI retendrá el gobierno.
El caso de Puebla será uno de los más interesantes y frenéticos. Si bien diversas encuestas ubican al candidato del PRI con una ventaja de siete puntos, ella cree que de ganar, el margen será mucho más cerrado y que se tratará de una elección que se resolverá en el Tribunal Electoral Federal. En su opinión, los partidos locales opositores (PAN y PRD, principalmente), no han aprovechado la alianza para fortalecer a su candidato y su campaña, y que se trataba de una oportunidad única para arrebatar por vez primera el gobierno local al PRI. Además, un triunfo de la oposición favorecería la reapertura del grave escándalo en el que participó el gobernador actual, Mario Marín, en una presunta protección indebida hacia un empresario sospechoso de tráfico sexual de menores.
Finalmente, de las Heras sostiene que en Tlaxcala es probable que el PAN retenga la gubernatura. Afirma que el candidato del PRI se impuso desde la cúpula de ese partido, que no tiene fuerte arraigo en el estado y que una mejor opción habría sido la alcaldesa de la capital Tlaxcalteca, Lorena Cuellar Cisneros.
Para entender la vuelta del priísmo, nuestra expositora sólo identifica el alto grado de decepción tanto de panistas y perredistas por impulsar en diversos estados a expriístas como justificación anticipada de su derrota, más que a la ausencia de un plan de gobierno diferenciado y sólido del que ofrece el PRI al interior de los estados. Ni qué decir de la degradación política que abrió un nuevo capítulo de espionaje telefónico.
Por su parte, no se dijo nada sobre los restantes tres estados que no elegirán gobernador: Baja California, Coahuila (elección extraordinaria para renovar tan sólo dos municipios) y Chiapas.
Si este panorama se verifica, la situación política para el Presidente Calderón y su partido se complicará aún más. Para César Nava, presidente del PAN, podría significar una derrota que pida que grupos internos exijan su renuncia anticipada. Además, a dos años de los comicios generales no hay un candidato claro que aspire a suceder a Felipe Calderón.
En relación con el creciente halo de temor por el avance progresivo del narcotráfico en la vida pública nacional, María afirma que un síntoma que podría observarse en el norte del país sea la militarización de las elecciones. “Nos estamos acostumbrando a vivir en un Estado de Sitio”, afirmó. Con ello, se envían las señales equivocadas al electorado y a la sociedad mexicana. Podría tratarse de una muestra de la derrota del Estado en una guerra que parece no tener fin. Contó que en el levantamiento de encuestas recientes hubo zonas del norte del país, de Guerrero y Michoacán, donde simplemente no pudieron acceder a levantar estudios de opinión.
Finalmente, en la sesión de intercambio de comentarios con los miembros de Convicción por México e invitados, María de las Heras muestra su particular forma de analizar el contexto político al mezclar elementos dignos de revistas del tipo Hola! y Quién. Por ejemplo, afirma que Beatriz Paredes se autodescartó para las elecciones del 2012 desde el momento en que no ha hecho nada por mejorar su apariencia personal, a diferencia cabal de un Alonso Lujambio.
Durante su intervención, abordó frecuentemente un tema que resonó entre los asistentes: ¿Por qué tiene que ser el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación quien resuelva en última instancia la elección de un estado cuando se controvierte? ¿Por qué centralizar la decisión de quién gobernará un estado? ¿Por qué se extralimitó en sus facultades al decidir sobre la presidencia del PRD?
Son preguntas para debatir el modelo de justicia electoral y de democracia que, como los grandes temas nacionales, aún está en proceso de construcción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario